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2.Sep.2013 / 09:57 am / Haga un comentario

Por Oliver Reina

 

Dime qué piensas de la muerte y te diré quién eres. Este refrán parafraseado parece una buena síntesis de la perversa “lógica” que mueve a quienes tras una máscara de edulcorados discursos, esconden su monstruoso rostro y su aún peor inhumanidad. Es lamentable tener a mano tantos ejemplos nacionales y foráneos.

Entre los primeros, la apatía, la burla y el desprecio con la que buena parte de la derecha nacional asumió el desmontaje de algo tan grave y delicado como un intento de magnicidio a los máximos representantes de dos de los poderes públicos revela cuál es su verdadera naturaleza: ser meros peones del guerrerismo que en su actitud se muestran lamentablemente capaces de celebrar las agresiones y el dolor infringido hacia sus propios compatriotas, lo que deseamos jamás suceda.

Entre los ejemplos foráneos destaca por crudo y actual las agresiones imperiales contra Siria, que hasta ahora se intentan justificar en la acusación no confirmada del “uso de armas biológicas”, lo que se parece demasiado a las guerras emprendidas por Estados Unidos contra Afganistán por los “crímenes del talibán en América” en una condena sin juicio alguno, contra Irak por la “tenencia de armas de destrucción masiva” y “el apoyo brindado a Al-Queda” que nunca existieron, contra Libia para “defender a la población civil de bombardeos ordenados por Muammar Gaddafi” que nunca sucedieron… y tantas otras comillas que al unísono apuñalan la verdad y desdicen los más elementales criterios de humanidad.

La experiencia permite creer que cuando muy seguramente se desmienta el uso sirio de armas biológicas, ya será demasiado tarde y el horror se habrá dispersado sobre miles de inocentes, como históricamente lo han demostrado las agresiones imperiales.

El presidente Nicolás Maduro ha denunciado que el recién frustrado intento de asesinarle y crear las condiciones para una guerra civil en el país se relaciona con las agresiones injustificadas contra Siria y con una estrategia de sabotaje económico diseñada desde la Casa Blanca para intentar ahogar a Venezuela. Tres muy graves hechos que vemos como menosprecian quienes con prepotencia y desparpajo son capaces de politizar el derecho a la vida, o siendo más cónsono con su inhumana ilógica, el deber a la muerte.

Esta inmensa mayoría que amamos la vida, gritamos ¡No a la guerra! ¡No a la muerte! ¡Si a la vida!

 

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